El juego en el recreo sirve para el desahogo y luego volver al aula intelectual.
El juego y juguete se desvincula de la escuela. El patio está pensado para el recreo y el juego de los niños.
La sociedad ha evolucionado y la escuela ha ido adaptándose a las nuevas necesidades educativas e incorporando avances tecnológicos. Todo cambia menos el patio, y si lo hace es a peor.
Hay dos metros cuadrados por niño pero cuando agrandan las instalaciones (gimnasio, aulas...), quitan metros cuadrados de patio.
En casi todos los colegios, en la parte central del patio hay un campo de fútbol, dejando en las esquinas arena.
Actualmente:
- Se han ido reduciendo en dimensión y empobreciendo su morfología.
- El principal elemento de juego es el fútbol.
- Se basan en criterios prácticos y se regula en prohibición (no se puede hacer..., no se puede pasar...)
- Las niñas parecen invisibles, y las inmigrantes doblemente discriminadas (raza y sexo).
- Pocas o nulas propuestas de actividad centrándose en organizar o prohibir el juego con pelota (día del monopatín).
- Cuando desaparece la pelota, cambian las relaciones de niños y niñas.
- Gran desconexión entre diseño y usos del patio y el proyecto curricular de la escuela.
- En la práctica no hay coherencia entre los discursos del profesorado en la reflexión sobre el juego como herramienta educativa, sus usos y prácticas.
- El patio se percibe como espacio de conflicto potencial a minimizar, ya sea porque se peleen o se hagan daño al caerse.
- El rol del profesorado se limita a vigilar.
Papel del patio:
- Espacio lleno de recursos para el aprendizaje.
- Celebración y convivencia.
- Esencial para el desarrollo de la capacidad de jugar.
Son 525 horas anuales en el patio, las mismas que alguna asignatura.
Tuvimos que hacer una práctica, teniendo que cerrar los ojos e imaginarnos jugando. Las sensaciones que experimentamos fueron: entusiasmo, felicidad, diversidad, despreocupación, sofoco, ilusión, inocencia, amigos, risas, heridas, competitividad, imaginación, compartir, complicidad, sociabilización, ingenio, reto, decisiones, estímulos, cooperación, superación, tolerancia... Todos los sentimientos y sensaciones eran positivas.
Juagar es una actividad libre, es decir, con quien se quiere, donde se quiere, manchándose...
En las escuelas hay rincones de juego donde los profesores se piensan que están jugando, cuando realmente no es así, ya que este juego no es libre y los alumnos siguen queriendo jugar a su modo.
El juego es una actividad que provoca placer, ya que se consigue algo.
Hay gratuidad, la finalidad es divertirse. ¿Por qué queremos ganar si el juego no lleva a nada? Para divertirnos.
El juego promueve una actitud existencial, manera concreta de abordar la vida de forma libre y gradecida, puro apetito de vivir independientemente de la vida que te haya tocado vivir.
Gracias al juego se desarrolla actitudes, como por ejemplo meterte agua en la boca para transportarla.
Realizamos una serie de juegos:
Hacer mira y copia: mirabas al compañero y copiabas sus movimientos y gestos, luego al revés. Experimentamos al jugar confianza, vergüenza, desinhibición, habilidades sociales.
Juego de palmadas con el compañero y luego todos a la vez: experimentamos ritmo, coordinación, empatía con el mismo objetivo.
Pares y nones mejor de tres: sentimos competitividad, intuición, decisión, estrategias. Tomar decisiones con margen de error, podemos perder con tolerancia a la frustración, ya que no siempre se alcanzan los retos.
Los beneficios del juego son gozar de creatividad, belleza, flexibilidad, adaptación de cambio y compartir experiencias.
¿Qué es lo que tiene un objeto para que no pase el tiempo por él? La belleza, ya que es bonito ver bailar una peonza, sin pasar de moda. Esto de mayor te permite visitar museos, ya que te transforma por dentro.
El juego es libre y espontáneo, placentero, divertido y se muestra gratitud.
Hay tres momentos claves en el juego:
Antes: programar, planificar y proponer.
Durante: acompañar, enriquecer, provocar y absorber.
Después: analizar, evaluar y mejorar.
En el patio no se puede jugar al escondite, ya que no hay espacios donde esconderse.
Los niños deberían de oler los pinos, mancharse de resina en vez de que el docente lo explique con un Power Point. Los docente podrían sugerir estos métodos.
Los niños van con la mochila llena a la escuela y encima les llenamos, aún más, de valores y conocimientos. Vamos a vaciarles la mochila y que se vayan a sus casas más agusto y con ganas de volver.
Rol del educador:
- Acompañar desde la discreción y sin prisas.
- Transmitir entusiasmo e interés.
- Ampliar repertorio.
- Generar curiosidad, ya que las niñas pierden el interés de seguir jugando porque los adultos no le damos importancia.
Rol del centro:
- Penalización.
- Tolerancia.
- Intuición.
La inclusión no hace recetas, a los docentes les da miedo el conflicto e intervienen demasiado pronto. Podemos hacerles ver a través del juego que hagan una reflexión sobre el problema que haya habido y luego, deberá haber un transferencia preguntándole al niño cómo se ha sentido. Por ejemplo, contando un cuento (al osito no le dieron la mano...¿por qué pudo ser?).
El estar encerrados en clase, con calor y mucha luz se produce conflictividad. En el aire libre es distinto. Se puede observar cuando llevas a un niño al parque de bolas y el niño sale nervioso, sin embargo, en el parque acaban agotados.
La intención educativa está presente siempre, pero la intervención es lo que hay que medir.
Según la colocación de objetos y espacios, se organizan unos juegos u otros.
El juego hace que nos mostremos de forma espontánea.
La aplicación pedagógica es que los alumnos sepan que también se aprende jugando. Además de concienciarles de que todo adulto ha tenido su infancia, también hacerles creer que por muy adulto que sean las personas, de vez en cuando sí les gusta jugar y recordar esos años de la infancia.
Con esto, se puede lograr que puedan darse cuenta que es una de las etapas más bonitas por las que pasa el ser humano y no deberán desaprovecharlas, sino jugar todo lo que puedan y disfrutar.